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06 OctCompromiso, Felicidad y Bruce Springsteen


Sábado 14 de mayo de 2016, Camp Nou, Barcelona. Pasadas las 12.40 de la madrugada, después de 3 horas y 30 minutos de concierto y cuando, ahora sí, parecía que éste llegaba a su fin, Bruce Springsteen (66 años) ante las peticiones de 65.000 gargantas se gira hacia la banda para que vuelvan a sus posiciones. Comienza a tocar “Twist & Shout” haciendo bailar y saltar una vez más a un público completamente entregado y cerrar así otra actuación colosal.

Se ha escrito mucho sobre las razones del éxito de Springsteen, de su fórmula, de su “don”. Yo quisiera mostrar cómo esta estrella del rock es un ejemplo extraordinario de lo importante que es encontrar tu “propósito” y adquirir un “compromiso” con éste, y poder acercarnos así a nuestra “felicidad” (en el trabajo y en la vida). Y lo ilustraré con ejemplos extraídos de esa noche.

Propósito: sus comienzos no fueron nada fáciles en un entorno complejo de una zona deprimida de New Jersey. A pesar de las dificultades, se puede decir que encontró su “propósito”, su “elemento” (músico de rock) y decidió entregarse a él con todas las consecuencias, luchando contra las adversidades sin desistir jamás. “I am a prisioner of Rock’n’Roll!” gritó ese sábado mientras seguía tocando canción tras canción, regalándonos su música, su energía, su alegría… materializando su gran “propósito”.

Compromiso: consigo mismo, con ese propósito, con sus valores, con su visión del Rock’n’Roll, con su misión como “showman”. En definitiva, compromiso con la búsqueda de su propia felicidad. Pero también un compromiso hacia los demás: hacia los que le acompañan, los que le siguen, su público. Toma la responsabilidad y se entrega a ellos de manera incondicional.

Posiblemente la palabra “fidelidad” puede definir mejor que ninguna este compromiso. Fidelidad a sí mismo, fidelidad hacia los demás.

Por todo ello, el sábado volvió la magia a Barcelona a través de un repertorio enérgico y emocionante, una ejecución soberbia de 36 canciones y una duración (3 horas y 36 minutos) que difícilmente pudo defraudar a nadie. Esa generosidad nos hizo sentir, vibrar, emocionarnos y sobre todo disfrutar durante toda su actuación.

Felicidad: como consecuencia de tener ese propósito y comprometerse con el mismo hasta el final. Seguramente con dificultades en el camino, con alegrías y tristezas, pero persistiendo en hacer aquello que tanto le gusta, que disfruta, aquello con lo que fluye. Eso que da un sentido extraordinario a la vida.

Sirva como último ejemplo decir que una vez finalizado el concierto, Springsteen bajaba por la rampa tras el escenario con una sonrisa de oreja a oreja, y que después de acercarse a saludar a algunos fans, comenzó a bailar solo frente a ellos, como un niño travieso al que no le importa nada lo que puedan decir los demás. Y así se fue, contagiando toda su felicidad hasta el último suspiro en otra noche inolvidable.

El legado de Bruce Springsteen va mucho más allá de lo musical. Estamos ante un ejemplo sublime de propósito, compromiso y felicidad. Y de cómo, cuando los tres componentes están alineados, la vida es simplemente maravillosa.

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